Dar, donar, ayudar es un regalo de Dios para tu vida, es la oportunidad de sentir la necesidad y el dolor de otro ser humano.
Recientemente estuve en una reunión con amigos representantes de otras fundaciones y escuche algo que me impactó.
Y dice así: “La gente habla de Dios pero a la hora de dar o ayudar al prójimo no dan ni un centavo”. “¿Cómo pueden decir que aman a Dios si no ayudan a nadie?”
Quedé en silencio y medité… dar, donar, ayudar a los demás ¿tendrá que ver con mi amor a Dios o tiene que ver con tener empatía del dolor ajeno?
Luego fui al supermercado y la cajera me pregunto si quería donar mi cambio para una entidad que atiende una enfermedad. No sé… pero cuando en el supermercado me dicen que si quiero donar el cambio no lo pienso digo sí. ¿Qué es el cambio de un dólar para una sola persona?, nada. Creo que el cambio de un dólar de mucha gente puede ser la diferencia para alguien que sufre por la razón que sea. No me importa la razón sólo, quiero ser parte de su bendición. Veo como sin pensarlo otros dicen no, ni siquiera escuchan a la cajera. ¿Tal vez pensaran que nunca van a necesitar, que siempre ellos y los suyos tendrán salud o no tendrán necesidad; o será que no hay empatía para otro ser humano que no sea yo mismo?
Dar, donar, ayudar es un regalo de Dios para tu vida, es la oportunidad de sentir la necesidad y el dolor de otro ser humano. ¿Sabías que cuando no lo haces cierras la oportunidad de hacer la diferencia en la vida de otros? Por otro lado, el amarrar el acto de dar con el creer y pensar que Dios está obligado a bendecirte, no me parece justo. Dios te va a bendecir si él entiende que eso debe ser así, no puedes comprar a Dios. Sin embargo, que maravilloso es sentir que al dar y al donar Dios ve que de verdad estamos hechos a su imagen y semejanza.

No te niegues la oportunidad de sentir el gozo de saber que eres la diferencia en la vida de alguien que ni siquiera conoces. Créeme que no importa cuánto das, jamás tus fuentes de ingreso se verán afectadas, al contrario, verás multiplicación a granel en tu vida y la de los tuyos. Él lo expresa claramente en su palabra, ¡Dios ama al dador alegre!
¡Bendecidos!
Martha Sylvia Torres