Un espíritu tras bastidores
Esta mujer reconoce sus límites, pero no deja de dar
Reportaje: El Nuevo Día, Puerto Rico
8 de mayo de 2011
Martha Sylvia Torres está convencida de que un espíritu la habita. Lo siente desde muy pequeña, pero no fue hasta su juventud que lo dejó salir. Ahora, a sus 58 años, no hay quien lo detenga.
“Yo vengo de una casa donde mi mamá no tenía recursos, pero tenía esperanza. Y a nosotros nunca nos faltó nada porque mi mamá hacía que no le faltara a los demás. Ese es el espíritu que habita en mí”, sostiene la corredora de bienes raíces y presidenta de la Fundación Bendecidos para Bendecir.

Torres quedó huérfana de madre a los 14 años. Su hermana mayor dejó la universidad para criarla a ella y a otra hermana. Fue precisamente como una deuda de amor a su madre y sus dos hermanas, una de las cuales solía llevarse para su casa a jóvenes sin hogar y con problemas de adicción porque les “veía potencial”, que Torres comenzó a hacer trabajo voluntario con poblaciones marginadas.
Al principio solo le acompañaban su esposo y sus hijas, pero tan pronto sus amigos, vecinos y estudiantes de bienes raíces fueron conociendo de sus andadas, su jardín de voluntarios comenzó a florecer. A veces llega a su oficina y se topa con que desconocidos le han dejado bolsas llenas de artículos en el balcón.
“Yo me muevo en una profesión donde arropa la abundancia y lo que hacemos es tratar de crear un poco de conciencia sobre los que tienen necesidad… En una casa, todo lo que la gente no quiere, es fuente de bendición”, expresa en relación a su práctica de recoger todos los artículos reusables que botan en las propiedades que vende como corredora de bienes raíces.
Bendecidos para Bendecir es una organización sin fines de lucro que gestiona donativos de empresas e individuos para suplirle artículos de higiene, ropa, zapatos, comida y enseres a otras entidades benéficas y comunidades en necesidad dentro y fuera de Puerto Rico.
Cuando se le pregunta por qué escogió suplirle a otras organizaciones en lugar de servir directamente a la población necesitada, Torres reconoce sus límites.
“Tengo el defecto de que soy una llorona. No puedo estar en contacto directo (con los necesitados) porque eso me afecta. Yo llego hasta un punto porque de ahí en adelante ya no soy de ayuda. Tú no puedes dar consuelo llorando”, manifiesta.
Es por eso que escogió mantenerse tras bastidores, suplir y canalizar la ayuda que otras manos harán llegar a las poblaciones más marginadas.
En tantos años de bendecir, se ha dado cuenta de que mucha gente no da porque no sabe cómo, ya que las personas creen que necesitan dinero para poder ayudar. A su juicio, hace falta trabajar para cambiar la conciencia de qué es dar.
Cuenta que cuando ella pide, las personas dicen que no tienen nada para dar, pero una vez ella les hace conscientes de que pueden compartir desde una hora de su tiempo hasta una caja de avena para alimentar a las personas sin techo, entonces le dan un montón.
Aclara que la Fundación Bendecidos para Bendecir tiene como lema no dar nada que ellos no estén dispuestos a usar. “No porque están en la calle, durmiendo en el piso, yo les voy a dar otro golpe. Ya ellos han recibido demasiados golpes para yo también darles una porquería”.
Para Torres, todos los seres humanos bendecidos están obligados a bendecir. Se hace por amor, pero en realidad es una responsabilidad hacerlo. “Ninguno de nosotros se acuesta sin comer. ¿Sabes por qué? Porque nos arropa la abundancia. Solo tenemos que aprender a decir: ‘De lo que tengo, te doy’”.
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Le invitamos a convertirse en un Bendecido para Bendecir. También agradecemos el que pueda compartir este mensaje con otras empresas o conocidos. Para coordinar su aportación o si se requiere alguna reunión puede comunicarse con nosotros al 787-613-1319 o escribirnos un email.
Reportaje en Endi.com, la edición digital de El Nuevo Día, para leer o imprimir.